Por Pedro Marines
Primer Semestre
El paso de la vida a
la muerte es un momento emblemático que ha causado admiración, temor e
incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en
diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han
logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para
venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un
país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que
conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la vida,
la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
En México, cada
pueblo, cada región, tiene sus propias tradiciones, sus propios usos y
costumbres. Pero si hay una tradición que encontramos en cada uno de ellos, es
sin lugar a dudas, la celebración del Día de Muertos. Es en ésta, en la que
cada familia se prepara para recibir a las almas de los seres queridos que han
abandonado esta vida.
El culto a la muerte
en México no es algo nuevo, pues los orígenes de la celebración del Día de
Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de
celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales
que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones desde
la época precolombina. Entre los pueblos prehispánicos era común la práctica de
conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que
simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se
convirtió en el Día de Muertos se conmemora el noveno mes del calendario solar
mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las
festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la
"Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "La
Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli,
Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la
celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
DÍA DE MUERTOS, UNA TRADICIÓN QUE REÚNE A LA FAMILIA
La celebración de Día de Muertos varía de región a región,
de pueblo a pueblo, pero todos tienen un principio común: la familia se reúne
para dar la bienvenida a las ánimas, colocar los altares y las ofrendas,
visitar el cementerio y arreglar las tumbas, asistir a los oficios religiosos,
despedir a los visitantes y sentarse a la mesa para compartir los alimentos,
que tras haber sido levantada la ofrenda, han perdido su aroma y sabor, pues
los difuntos se han llevado su esencia.